El Château-Vieux de Saint-Germain ha conocido a muchos reyes a lo largo de los siglos, hasta la llegada de Napoleón III, quien transformó el recinto en el Museo Nacional de Arqueología que hoy conocemos. Adelante, adentraos en su historia.
/ UNA RESIDENCIA REAL /
El castillo de Saint-Germain, con su imponente y elegante silueta renacentista, es en realidad el tercero de una serie de castillos comenzada por Luis VI en el siglo XII. Esta primera fortaleza, derruida tras la Guerra de los Cien Años, da paso a una segunda construcción pentagonal ordenada por Carlos V. Por último, fue Francisco I el que mandó a Pierre Chambiges la construcción del castillo renacentista.
Francisco I y el resto de reyes que le sucedieron se alojaron en él en muchas ocasiones. Enrique II continuó las obras que había comenzado su padre e inició la construcción del Château-Neuf donde, el 5 de septiembre de 1638, nació Luis XIV. Fue Enrique IV el que completó el edificio. Con vistas al Sena, este castillo fue una auténtica casa de recreo para el rey y la corte. El gobernante lo adornó con jardines en terraza que se extendían hasta el río. El Château-Neuf de Saint-Germain fue uno de los más bonitos de Europa en aquella época.
Bajo el reinado de Luis XIV, Saint-Germain se convirtió en la sede del gobierno del reino y el Château-Vieux fue la residencia habitual del rey de 1666 a 1682, fecha de salida de la corte hacia Versalles. De hecho, la configuración del centro de la ciudad data de aquella época. Se celebraron importantes acontecimientos en el castillo, como el bautismo del Gran Delfín, la boda entre Melle de Blois y el príncipe de Conti; además de importantes fiestas, como conciertos, bailes o funciones teatrales. Las obras de Molière y Lully, en particular, se aprovecharon de los favores del soberano.
A finales del siglo XVIII, el Château-Neuf, muy deteriorado por falta de mantenimiento, quedó abandonado. Pocos son los vestigios de aquella época que hoy nos recuerdan su existencia, como la Rampe des Grottes y el Mur des Lions.
/ EN EL PRESENTE, UN MUSEO NACIONAL DE ARQUEOLOGÍA /
Napoleón III restauró el Château-Vieux con la ayuda de Eugène Millet, que destruyó sobre todo los pabellones de las esquinas añadidos por Luis XIV. En 1867, el emperador instaló en él el Museo de Antigüedades Célticas y Galo-Romanas.
En la actualidad alberga el Museo Nacional de Arqueología. Las antiguas salas de este edificio renacentista presentan unas de las colecciones arqueológicas más ricas del mundo.
/ LA CORTE Y LA CAPILLA DEL CASTILLO /
Fue Luis IX, conocido como San Luis, el que entre 1230 y 1238 añadió una capilla cuyo estilo ya auguró el estilo de la Santa Capilla de París. No han sido pocos los bautismos y bodas reales los que han tenido lugar en ella.
Después, Francisco I añadió el ladrillo a la piedra y construyó el castillo renacentista tal y como hoy conocemos. Fue en esta misma capilla palatina donde el rey se unió en matrimonio con Claudia de Francia el 18 de mayo de 1514.
En el patio encontraréis un subterfugio «trampantojo», visible solo a los visitantes más exigentes. ¡A ver si lo encontráis!
Cuando entréis en la capilla palatina de estilo gótico, el edificio más antiguo conservado, no olvidéis alzar la cabeza para admirar las bóvedas de crucería con ojivas decoradas por siete cabezas redondas, ¡y divertíos buscando la de San Luis!
Acceso gratuito (excepto durante algunas exposiciones temporales).
Todo el año. Todos los dias de 10 a 17.
Cerrado los martes.
Se cierra, excepcionalmente los días 1er de enero, 1er de mayo y 25 de diciembre.
Acceso libre. Solo la entrada al museo es de pago. Ver ficha correspondiente.