Pequeña localidad de agricultores que cultivan árboles frutales y vides en las laderas del Sena, Louveciennes tomó vuelo con la llegada de Luis XIV y la construcción de la Máquina de Marly.
De hecho, en el siglo XVII, Luis XIV erigió el castillo de Marly e instaló la corte en Versalles. Desde entonces, otros castillos, incluidos el de Le Pont, Voisins y Madame du Barry, se construyeron en el municipio, denominados castillos de Luciennes, tal y como se llamaba la localidad en aquella época.
El municipio volvió a ver su vida cotidiana alterada por la llegada de la Máquina de Marly a finales del siglo XVII. Las aguas del Sena, sacadas en Bougival, suben por canalizaciones que cruzan el territorio municipal hasta el acueducto de Jules Hardouin-Mansart y Robert de Cotte.
El ferrocarril, construido a finales del siglo XIX, terminó de unir París y Louveciennes, lo que desencadenó la llegada de numerosas personalidades del panorama cultural.
A numerosos pintores impresionistas les encantaba venir y pintar aquí sus paisajes, por no hablar de escultores, escritores, periodistas y músicos que venían a disfrutar de la tranquilidad de la ciudad durante sus escapadas. Algunos incluso escogieron este lugar como su residencia, como es el caso del mariscal Joffre, que descansa actualmente en la propiedad de La Châtaigneraie, en las alturas del municipio.
Aquí es posible disfrutar del patrimonio arquitectónico que ofrece este pequeño pueblo, así como aprovechar para degustar algunos platos tradicionales en uno de sus restaurantes. Y los más fiesteros podrán alargar la noche en uno de los dos clubs cercanos de la ciudad.